miércoles, 28 de marzo de 2007

Aprovecho el rato para fardar de lectoras

Tengo dos lectoras. No sé si son asiduas, lo que tengo claro es que dan un poco de sentido a este blog, que viene a ser una especie de diario secreto abierto a todas las miradas. Secreto, porque no digo quien soy, y abierto a todas las miradas porque os cuento cosas personales. No me diréis que no tiene algo de ¿contradictorio?

En fin… he estado leyendo los textos anteriores y me ha llamado la atención algo. Escribo más sobre mis malos rollos que sobre mis buenos rollos. Debería hacerlo al revés, creo. Quiero decir, sobre rememorar algo, que sea lo bueno, digo yo…

Esto me ha hecho reflexionar y me he dado cuenta que hacer el penas viene a ser algo muy relacionado con el hecho de ser humanos. Pongo un ejemplo:

No sé si habéis ido alguna vez a urgencias. Gracias a los dioses yo sólo he ido por bobadas: que si me corté cuando tocaba el violín (violín en mi casa es jamón), que si me resbalé después de fregar la cocina y me partí un brazo, que si un día me subió la fiebre y tenía una infección en el estómago… bueno, que nunca he estado en urgencias a punto de cascarla. En este tenebroso lugar lo primero que haces es enseñar la cartilla a una señora muy poco amable (supongo que harta de escuchar penas) y luego te sientas en una sala de espera donde te ves rodeada de gente como tú. Es decir, que no la van a cascar porque sino les hubieran colado antes que a ti. En el momento en el que, por ejemplo, te ven con el paño de cocina ensangrentado, te preguntan ¿qué pasó? Y cuentas lo del violín. A partir de ahí, el/la preguntón/preguntona se siente en la obligación de contarte todas las veces que se ha cortado con el cuchillo jamonero, todos los puntos que les han puesto, te enseñan la cicatrices. Tú entras al trapo y empiezas a hablar de cuando te estrompaste en el tobogán y te pusieron cuatro puntos en la frente, y por supuesto, enseñas la cicatriz. El/la preguntón/preguntona te cuenta que tiene mucha fiebre y tu le/la cuentas lo de tu infección de estómago. Si el/ella tuvo algo gordo en el pasado, te lo narrará con lujo de detalles. Cuando se te acaban las historias personales hablas de las ajenas… has entrado en la competición por la desgracia más gorda y seguramente ya habrá muchos más preguntones/preguntonas en vuestro entorno hablando de leñazos, infecciones de orina, enfermedades de transmisión sexual, accidentes de tráfico… Es la historia del yo más.

Con esto, lo que quiero decir es que muchos (no diré todos) somos tan pobres, tan aburridos, tan amargados que sólo podemos fardar de nuestras penas. Joer que triste, ¿no? Bueno, yo tengo a mi churri, muy fardable, y a mi perra, muy fardable también. Y a partir de ahora tengo dos lectoras… de las que sólo puedo fardar en este blog, porque, como sabéis, lectoras mías, lo llevo en secreto aunque en él cuente mis intimidades. He dicho, bichos.

viernes, 9 de marzo de 2007

NO ME HE QUEDADO SIN INSPIRACIÓN

Lo que no tengo es tiempo. No obstante y dado que creo que este blog solo lo leo yo, tampoco pasa nada... ¿no?